Tras festejar el pasado jueves a San Isidro Labrador como patrono de los agricultores, varios ejidatarios y habitantes del medio rural iniciaron trabajos para dejar en buenas condiciones los estanques, aljibes y albercas donde se almacena agua de la lluvia, confiando en que llegarán pronto las precipitaciones.
Aunque los comuneros confían en el santo de la lluvia, en zonas rurales persiste el descontento por la falta de programas de gobierno para que distribuya agua potable, pues señalan que una pipa con 10 mil litros alcanza costos de hasta 2 mil pesos.
La falta de agua la resienten todas las familias, aunque los más afectados son los que tienen menos recursos para almacenar el vital líquido y también los productores de ganado, quienes pagan fuertes cantidades de dinero por el estiaje.
Pese a que los gobiernos municipal y estatal publican que harán acciones en beneficio del campo, la realidad en el medio rural está muy lejos de las declaraciones, ya que hasta ahora no se sabe de algún programa de gobierno para enfrentar la severa sequía.
